Por mucho que hayas viajado o muchos lugares que hayas visitado, hay paisajes que todavía te impresionan. Eso ocurre con el Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Ruaba, uno de los 18 espacios naturales protegidos de Aragón. Aquí, las curiosas e imponentes formaciones geológicas resultan cautivadoras.
La edad del Pirineo supera los 65millones de años. En aquel periodo, conocido como orogenia alpina, se alzaron las grandes montañas pirenaicas. Fue el último gran moldeado que experimentó nuestra cordillera.
Poco después, los grandes glaciares y ríos de la época arrastraron hacia el sur inmensidad de sedimentos. Aquí, en la Hoya de Huesca, el tiempo y sus elementos se encargaron de esculpir unas verticales paredes sobre la roca conglomerada (los mallos) que conforman un entorno natural único.

Elementos de interés
Los mallos, inconfundibles y catalogados también como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) son el hogar de una gran variedad de aves. En sus riscos y paredes anidan especies como el buitre leonado, el alimoche, el halcón peregrino, el treparriscos o las protegidas águila azor-perdicera y quebrantahuesos.
Además, en los mallos se ha desarrollado una vegetación rupícola (que crece en las rocas) de alta singularidad e importancia ecológica.
El Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Ruaba cuenta con 188,43 hectaréas distribuidas en tres sectores: Mallos de Riglos 62,73 hectáreas, Mallos de Agüero 40,80 hectáreas, Peña Ruaba 84,90 hectáreas. Su altitud varía desde los 580 metros hasta los 1.176 metros de la cumbre de Peña Ruaba.
El entorno que conforman los Mallos también es, y no lo podemos pasar por alto, un paraíso para los amantes de los deportes de aventura. Toda una meca y referente tanto para los escaladores que llegan de todo el mundo como para los amantes de las aguas bravas y las posibilidades que ofrece el río Gállego.

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