Hace 65 millones de años tuvo lugar la Orogenia Alpina. Durante el cenozoico, un conjunto de procesos geológicos dieron lugar a la creación de las principales cordilleras del planeta. Los míticos Himalaya, Karakórum, Elburz, Alpes o Atlas son consecuencia de esta era. Y, como no podía ser de otra forma, lo mismo ocurre con el Pirineo.
Las orogenias son procesos originados por el choque de placas tectónicas y dan lugar a pliegues, sismos y erupciones volcánicas. Así se forman las montañas. A día de hoy, este proceso geológico aún no ha terminado en algunas cordilleras que todavía evolucionan.
El Pirineo es una cordillera de 430km que une el mar Mediterráneo con el Cantábrico. En el núcleo de la cordillera se encuentra el Pirineo Axial, que funciona como eje matriz. Desde aquí, grandes valles se abren en dirección norte – sur.
La anchura máxima del Pirineo es de 150 km (menor en los extremos). Desde el eje del Pirineo Axial, comienza un descenso hacia el sur después del cual se alzan las Sierras Interiores, que todavía guardan una altitud considerable. Aparece luego la Depresión Media, donde el clima se modera y la altitud disminuye, combinación que da lugar una biodiversidad exultante.
El Pirineo, sin embargo no acaba aquí. Continua su estructura y se alzan las Sierras Exteriores que flanquean la cordillera pirenaica y que pueden alcanzar los 2.000m, como la Sierra de Guara.
También existe una leyenda que explica el origen del Pirineo.
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