El Pirineo es una rica cordillera repleta de vida. Aquí, una infinidad de plantas han encontrado las condiciones necesarias para vivir. Se han adaptado a la perfección y constituyen uno de los núcleos con mayor biodiversidad de todo el continente europeo.
Se calcula que más de 4.300 especies de plantas habitan nuestras montañas y se distribuyen en todas sus latitudes. Desde la calidez mediterránea del Cap de Creus hasta las imponentes y frías paredes del macizo de la Maladeta, que superan los 3.400 m.s.n.m.
De entre toda la flora que llena de vida y color nuestros valles, existen unas plantas muy especiales. Son las endémicas, aquellas propias que solo podemos encontrar aquí.
Se calcula que en el Pirineo existen 127 especies endémicas, lo que representa un 3% del total. Éstas se reparten por toda la cordillera, aunque es en el sector central (Parc National des Pyrénées, P. N. de Ordesa, y Andorra) donde se observa una mayor concentración.
Las plantas endémicas del Pirineo prefieren los pisos alpinos y subalpinos; y las hay muy habituales y extendidas y muy escasas y extrañas. En cuanto a su rango de altitud, la gran mayoría se concentran entre los 500 y 1.500 m.s.n.m. Cómo es lógico, en las cotas más altas las duras condiciones climáticas hacen que la presencia vegetal sea mucho más reducida.
La flora endémica del Pirineo incluye, en muchos casos, especies de plantas muy exigentes en cuanto a las condiciones del entorno (estenoicas). Condición que les convierte en «más vulnerables» ante los efectos del cambio climático y exige un esfuerzo mayor en su conservación. Como ejemplo la Borderea chouardii, planta endémica del Pirineo Aragonés en peligro de extinción.
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