Todas las selvas son bosques, pero no todos los bosques son selvas. La de Oza, en el Valle de Hecho, tiene el privilegio de ser una de las pocas del Pirineo que tiene esta categoría. Esta denominación le viene por sus diferentes y abundantes niveles de vegetación. A diferencia de los bosques, donde predominan fundamentalmente especies arbóreas y arbustivas, la denominación de selva incluye también una predominancia de especies herbáceas en el piso inferior, como sucede en muchas zonas de la Selva de Oza.
Al situarse por encima de los 1000m de altitud, se considera una selva de montaña dentro de un clima templado. Cuenta con una vegetación arbórea mixta, fundamentalmente de abeto, pino y haya.
Esta última especie caducifolia es la principal culpable de los cambios del color del entorno durante las estaciones del año. Si bien la mayor afluencia de visitantes tiene lugar en los meses estivales, el otoño es una buena época para apreciar todo el esplendor de este paraje y con menos tránsito de turistas. Naturaleza en estado puro.
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Las diferencias de humedad entre la solana y umbría provoca que las especies vegetales se repartan de forma simétrica. Los pinos predominan en la solana mientras que las frondosas prefieren la humedad de la umbría. Al fondo, Peña Forca con la luz del amanecer como si fuera un faro.
Los azules cristalinos del barranco d´Estribiella contrastan con los tonos amarillentos que van tomando las hayas durante el otoño.
Luz que se convierte en dorada al filtrarse entre los árboles por los que transcurre el “camino viejo”.
Nieblas que se levantan por la mañana para dejar entrar al sol entre estas jóvenes hayas.
El Aragón-Subordán, río principal sobre el que se asienta la Selva de Oza, tapado en ocasiones por mantos vegetales.
Bajo esos mismos mantos o cuevas vegetales, una vaca aprovecha para darse un baño.
Las tres especies dominantes del bosque. Los verdes azulados o apagados de pinos y abetos, respectivamente, contrasta con los naranjas y amarillos de las hayas del fondo.
Una pequeña haya castigada por algún temporal, se queda en el intento de dibujar una espiral áurea en su caída. Podría ser un homenaje a los tonos que están adquiriendo sus hojas.
Para terminar el día, que mejor que sentarse a merendar en una de las mesas que se dispersan por toda la Selva de Oza.
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Una respuesta
Sonia
Increíbles las fotos!!!