Comienza otoño. Las hojas tiñen su color y el Pirineo se inunda de un manto marrón anaranjado. Contemplar la metamorfosis que sufre la naturaleza es uno de los mejores regalos que nos otorgan las montañas. Al final del Valle de Tena, en la Comarca del Alto Gállego, se encuentra el Ibón de Espelunciecha. Aquí los arbustos rojizos ya esperan la llegada de las nieves.
La toponimia de Espelunciecha o Espelunziecha parece clara. Deriva de la palabra aragonesa «espelunga» que significa «cueva o caverna». Además, el nombre lo comparte con un pico y con el barranco por el que descienden las aguas del Ibón.
La ruta al Ibón de Espelunciecha tiene un desnivel pequeño y una duración muy asequible (40 minutos hasta el ibón). Elementos que convierten al lugar en un rincón perfecto para conocer con niños o para esos días de poco tiempo. Además, el lugar, junto a la estación de esquí de Formigal, guarda mucha nieve durante el invierno y es muy aconsejable para visitarlo con raquetas de nieve.
Track de la ruta
Ruta al Ibón de Espelunciecha
Dejamos el coche en el parking Espelunciecha de la estación de esquí de Formigal. Muy cerca ya del paso de Portalet. En nuestro caso es tarde ya y queremos llegar a ver el atardecer, aunque las nubes que cubren el cielo sólo nos lo permitirán a medias.
Cruzamos las cafeterías de la estación y comenzamos a subir. Hay una pista que asciende hacia el ibón pero una senda a su derecha sube de forma más directa. Los hierros de los telesillas ensucian el paisaje pero los colores otoñales que nos regala la montaña no tienen desperdicio.
Poco a poco vamos tomando altura por el barranco de Espelunciecha. Si paramos a tomar aire y nos giramos, las vistas son impresionantes. Además, a lo largo del camino iremos viendo las aguas del barranco, recién salidas del ibón y que nos marcan el camino.
En un llano encontramos una casa o caseta. Recuerda a la típica yurta, tienda que los nómadas de Mongolia usan en sus largos viajes por la estepa. Desde aquí ya falta poco para alcanzar el ibón.
Superamos los últimos metros rodeados de arbustos rojizos y, frente a nosotros, comienza a asomarse el Ibón de Espelunciecha. En unos 40 minutos habremos llegado. El agua del ibón agitada por el viento es como un oasis. Limpio y repleto de vida. Lugar muy bonito y recomendable para visitar con niños.
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