Crece la presión para reemplazar los tres osos muertos a manos humanas en Pirineos

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// Fundación Oso Pardo

El año 2020 acabó con tres osos menos en el Pirineo. Tres valiosísimos ejemplares para la recuperación de la especie, muertos a manos del ser humano. ‘Cachou’, envenenado en el valle de Arán; ‘Sarousse’, abatida por un cazador en el macizo del Turbón; y un tercer oso que apareció tiroteado en el departamento francés de Ariège. Las organizaciones conservacionistas de ambas vertientes del Pirineo han reclamado con contundencia el reemplazo inmediato de estos ejemplares: una medida esencial para la supervivencia de esta especie estrictamente protegida, icono de la naturaleza salvaje pirenaica. 

Reemplazar con animales “importados” a todos los osos que mueran por causas no naturales en el Pirineo. Es la demanda de las organizaciones ecologistas a los Gobiernos de ambos lados de la cordillera tras un año negro para la especie. La última petición ha llegado a la Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, a través de una carta firmada por más de 25 entidades de Aragón, Cataluña y Francia. 

“Existe claramente una persecución sistemática contra la especie que las administraciones competentes en materia de medio ambiente y justicia no están siendo capaces frenar”, afirman las entidades en la carta, en la que piden acabar con las muertes no naturales de osos. 


La muerte de Cachou

Es una persecución que ha quedado en evidencia con la investigación sobre la muerte en abril del oso ‘Cachou’. Tras levantarse parcialmente el secreto de sumario, se ha destapado una trama contra el oso en el valle de Arán, con ramificaciones en el poder político local. Entre los imputados por la juez de Vielha por su presunta participación en el envenenamiento del oso está el exconsejero de Territorio del Conselh Generau d’Aran, José Antonio Boya (ahora en la oposición), técnicos de la administración local y ganaderos. Varios de ellos, miembros de un grupo de Whatsapp llamado “Plataforma antioso”.

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// Conselh Generau d’Aran

‘Cachou’ estaba en el punto de mira desde 2019, cuando se le responsabilizó de devorar hasta seis yeguas en el valle de Arán. El Conselh, que en abril atribuyó precipitadamente su muerte a la pelea con otro oso, había reclamado insistentemente su retirada del territorio.   


Otro oso muerto en el Pirineo francés

Justo al otro lado de la muga, en Ariège, apareció un oso tiroteado en junio. En este caso era una muerte anunciada: en ese departamento del Pirineo francés un grupo de encapuchados, armados con fusiles y con estética paramilitar, había declarado “la reapertura de la caza del oso” en un vídeo difundido en 2017. 

En su Plan de Acción para el oso pardo 2018-2028, el Gobierno francés incluyó el compromiso de reemplazar “todo oso muerto por causas humanas”. Quizás para evitar que alguien cayera en la tentación de decidir sobre la presencia del oso en el Pirineo. Pero pese a aquella promesa, medio año después sigue sin concretarse la suelta de un nuevo oso en el lado norte de la cordillera. Y eso que, según un sondeo difundido por las organizaciones conservacionistas francesas en diciembre, la medida la apoya un 59% de la ciudadanía. La población de osos del Pirineo ronda los cincuenta ejemplares y es una de las más pequeñas y con menor diversidad genética del mundo, una consanguinidad que pone en riesgo su supervivencia. 


La muerte de Sarousse

La última baja del año fue la de Sarousse, la única osa que vivía de forma permanente en Aragón, asentada en el macizo del Turbón desde el año 2010. Un cazador le pegó tres tiros durante una batida de jabalís en el valle de Bardají, a finales de noviembre. Estaba escondida en una cueva de la que tuvo que salir, acosada por la rehala de perros de caza, y acabó acercándose al puesto de uno de los tiradores. El hombre alegó desde el principio que actuó en defensa propia: “Era la osa o yo”, declaró a La Vanguardia

Según ha adelantado EFE, tras estudiar los casquillos y la posición de la osa, la investigación del Seprona apunta a que el cazador disparó a corta distancia cuando el animal corría hacia él. 

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// Osa Sarousse

¿Pretendía atacar Sarousse? Su actitud sería compatible con una carga disuasoria, una acción que pueden tomar los osos al sentirse amenazados. “En los casos en que un oso avanza hacia el intruso con actitud agresiva, lo habitual es que se detenga a poca distancia y vuelva a alejarse enseguida”, dice un documento del Ministerio de Transición Ecológica sobre pautas de comportamiento en encuentros fortuitos con osos. 

Será la justicia quien determine si el cazador actuó o no en defensa propia. Pero para las organizaciones conservacionistas lo verdaderamente grave es que se permitiera una batida de jabalís en la zona, sabiendo que por allí deambulaba Sarousse. “Se podía y se debía haber evitado”, dice la carta. Ese mismo domingo otra osa fue abatida en la Montaña Palentina en otra cacería de jabalís. “Los protocolos en las batidas de jabalí son claramente insuficientes para garantizar la conservación de ésta y otras especies amenazadas”, inciden los ecologistas. 


Canelle, la última osa 100% pirenaica

El final de Sarousse recuerda demasiado al de ‘Canelle’, la última osa 100% pirenaica, tiroteada en noviembre de 2004 en el valle del Aspe. También fue en una batida de jabalís, también se alegó defensa propia. Al final la justicia exculpó al cazador, aceptando su versión de los hechos. 

Pero la muerte de ‘Canelle’ despertó la indignación de la sociedad francesa y empujó al Gobierno francés a liberar cinco osos, procedentes de Eslovenia, para reforzar la exigua población pirenaica (que dicho sea de paso, nunca llegó a extinguirse). Una de aquellas osas era ‘Sarousse’. Es hora de que los políticos de quienes depende la conservación de la biodiversidad del Pirineo asuman su responsabilidad y tomen la misma decisión.

 

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