El Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña es la herencia de un enclave esencial en nuestra historia. Un museo de nuestro pasado. En estás montañas descansan los tres primeros reyes de Aragón y el Monasterio Viejo jugó un papel esencial en el nacimiento del Reino.
En el siglo XVII, ante las difíciles condiciones de habitabilidad que presentaba el antiguo monasterio — incrustado bajo una gran Peña — los monjes se plantean cambiar de ubicación.
Finalmente, en 1675 y a consecuencia de un incendió, se decide construir el Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña, de estilo barroco. Se encuentra en el llano de San Indalecio, muy próximo al antiguo pero en una hermosa pradera de cómodas condiciones.
Dicen que la traza del edificio, por su simetría y por la multiplicación de sus claustros, es uno de los ejemplos más perfectos y evolucionados de la arquitectura monástica de la Edad Moderna. Fue el arquitecto zaragozano Miguel Ximenez quien lideró la construcción.
Con el paso del tiempo, el monasterio fue abandonado. Y no fue hasta el año 2007 cuando se realizó una profunda rehabilitación. Desde entonces, es posible visitarlo.
Museo de nuestra historia
En la actualidad, alberga en su interior dos centros de interpretación. Uno del Reino de Aragón, integrado en el interior de la iglesia Barroca. Y otro del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña. Ambos, representan un viaje a través del pasado que nos ayuda a entender el presente.
Además, habitualmente acoge exposiciones y existe una hospedería en su interior, en la que es posible alojarse. En su conjunto, resulta un enclave impresionante que combina historia, cultura y naturaleza.
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