Junto al buitre leonado, el quebrantahuesos y el alimoche, la silueta del más grande de los buitres de la Península Ibérica ha vuelto a ocupar su lugar en los cielos del Pirineo. Ya hay 66 ejemplares de buitre negro (Aegypius monachus) viviendo en Lleida, gracias a la reintroducción iniciada hace más de una década para expandir las poblaciones de esta especie amenazada.
Estamos en la Reserva Nacional de Caza de Boumort, el corazón salvaje del Prepirineo de Lleida. Hasta donde se extiende la vista se aprecia un territorio que quita el aliento. Abruptas sierras cortadas por imponentes murallas de roca caliza caen hacia los valles del río Segre, al este, y del Noguera Pallaresa al oeste.
Es invierno y en los bosques que cubren los barrancos de Boumort se esconden las parejas del mayor ave de Europa. El majestuoso buitre negro, -casi 3 metros de envergadura de ala a ala-, que a diferencia de las otras especies de buitre, anida en las copas de los árboles. Se cree que la deforestación de las áreas de montaña fue una causa clave en la extinción de la especie en el Pirineo, a principios del siglo XIX.
Gerard Plana, técnico de seguimiento de la ONG Trenca, rastrea los barrancos con su telescopio en busca de los nidos donde este año nacerá una nueva generación de buitres negros pirenaicos. “Después de unos años, empiezas a pensar como un buitre”, dice Plana sobre el esfuerzo de encontrar los nidos en este inmenso paisaje, casi como buscar una aguja en un pajar.
La reintroducción del buitre negro en el Pirineo
En Boumort comenzó en 2007 un proyecto para crear una colonia de buitre negro en los Pirineos gracias al trabajo de dos ONG, Trenca y GREFA, y el apoyo de la Generalitat de Catalunya. La cordillera es un punto intermedio vital para conectar las saludables poblaciones del centro y oeste de la Península Ibérica con el resto del continente, y comenzar a restaurar así una gran población europea de la especie.
Las reintroducciones se hicieron con ejemplares procedentes de centros de recuperación de fauna de todo el estado, y con otros nacidos en cautividad en las instalaciones de GREFA en Madrid. Muy rápido, en 2010, nació el primer pollo en libertad en los Pirineos. Desde entonces la colonia no ha hecho más que crecer.
Entre las 19 parejas que ya hay establecidas en Lleida, hay algunas formadas por ejemplares procedentes de otras colonias de buitre negro -los llamados “exógenos”-, algunas mixtas, e incluso una pareja de “emigrados” franceses -’Montenegro’ y ‘Pline’- que decidieron establecerse en Lleida procedentes del macizo central francés. Algunos de los viajes de esta especie son asombrosos: como el de ‘Zarza’, una hembra liberada en Boumort que llegó hasta Menorca cruzando el Mediterráneo.
La alimentación del buitre negro
Además del seguimiento, el trabajo ahora se centra en asegurar que no falta alimento, especialmente en la temporada de cría. Cada mañana, un miembro del equipo de campo -formado por Trenca, GREFA y los guardas de la Reserva Nacional de Caza- lleva “el desayuno” a los buitres a un punto de alimentación especial.
El tentempié consiste, normalmente, en un bidón de codornices y otro de patas de cordero de mataderos locales. Cuidando el tipo de carroña que echan en el comedero, favorecen a otras especies de buitres aparte del leonado.
En cuanto el equipo se va, una nube de aves cae sobre las carroñas, y el planeo de sus alas suena como si se levantara un vendaval. Aunque los buitres leonados son los más numerosos, les acompañan más de una veintena de buitres negros, que comparten el festín, y al poco tiempo aparece un joven ejemplar de quebrantahuesos, con el plumaje pardo oscuro.
El futuro del buitre negro en el Pirineo
Contemplando el espectáculo parece mentira que, hace muy pocas décadas, los buitres estuviesen al borde de la extinción en nuestro país por el uso de veneno en el campo y la persecución directa. Hoy sus poblaciones se recuperan, aunque aún les viene bien algo de apoyo: por eso Trenca gestiona en el Pirineo y Prepirineo de Lleida una red de muladares con el objetivo de apuntalar la reintroducción del buitre negro y ayudar a especies como el alimoche o el quebrantahuesos.
A falta de saber cuántas parejas se forman y cuantos pollos vuelan del nido este año, el equipo confía en el buen rumbo del proyecto. En 2019 se produjo un acontecimiento que muestra el empuje de la colonia pirenaica de buitre negro: vio la luz el primer pollo de tercera generación, hijo de una hembra de Boumort (‘Raiera’) cuya progenitora (‘Coma’) también había nacido en la colonia. Toda una señal de esperanza para que esta majestuosa especie no vuelva a desaparecer de los cielos del Pirineo.
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