El Valle de Hecho acoge una nueva edición del descenso de navatas por el Aragón-Subordán. Hasta los años 40, en este valle se cortaba la madera de los bosques de la Selva de Oza y Gabardito, para luego dejarla bajar como troncos sueltos hasta poco antes del pueblo de Hecho.
Una vez allí, se fabricaban las navatas, con ayuda de vergueras o sargas, que actuaban como cables de acero uniendo los distintos tramos de la navata. Las tripulaban los navateros, que primero recorrían el río Aragón y después desembocaban en el Ebro.
Durante el camino, vendían parte de su madera en los diferentes puertos que encontraban. Y llegaban hasta Tortosa, donde comerciaban lo restante directamente en el Mediterráneo. Actualmente, la tradición se ha recuperado a modo de exhibición y al igual que en otros valles del Pirineo, el evento atrae a cientos de visitantes.
La «bajada» se realiza, si las condiciones lo permiten, en las primeras semanas de mayo. Pero las navatas se preparan de forma tradicional meses antes del día señalado. Para ello, se cuenta con madera del propio valle, que se trabaja manualmente para dar forma a los troncos. Y con las vergueras, que se obtienen de las orillas del río y se retuercen para dotarles de mayor flexibilidad. Con ellas se hacen los nudos que unen los troncos entre sí y los distintos tramos de la navata.
Con el hacha o “l’astral”, que bien podría ser de las que utilizaban antiguamente los navateros. Se deshacen los nudos de la edición anterior.
Las nuevas vergueras, una vez retorcidas, se dejan a remojo durante unos días en el canal del antiguo molino para que ganen flexibilidad.
Entre varias personas se unen los troncos para conformar cada tramo de navata. En estas tareas colaboran navateros de todas las edades.
El día antes del descenso, ya en el río, se terminan de montar y revisar las navatas; atando los tramos entre sí y componiendo cada navata. En este caso de cuatro tramos.
Ya con tecnologías que se escapaban a los primeros navateros, se da forma a troncos de unos 7 metros que actuarán como remos.
Momentos antes del descenso, es importante un buen almuerzo para que el río no se lleve todas las fuerzas.
En el río, en un momento de apuro atravesando zonas de mayor corriente. En el descenso de Hecho destaca que el río apenas está antropizado. El cauce es totalmente natural y sin modificar, por ello, los navateros deben adaptarse a las condiciones que encuentran cada año.
Con Peña Forca de fondo y algunas casas del pueblo de Hecho, la navata desciende bajo la mirada del público que abarrota el puente de la ermita.
Ya llegando al Puente de la Torre, final del recorrido, los navateros van relajando la expresión de su rostro al saber que todo ha salido bien.
Por último, felicitaciones por haber llevado el descenso a buen puerto y esperar a la siguiente edición.
Reportaje Navatas del río Gállego: conductoras de vida.
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