Un campamento de verdad

Pasan los años, los entornos, los viajes y las experiencias educativas. El aire libre es el telón de fondo de un Pirineo intacto que sigue siendo testigo del paso del tiempo. Un tiempo repleto de actividades, travesías, campamentos y eventos en los que niños y mayores son los protagonistas. Aquí regalan a estas montañas un poquito de sensibilidad y tranquilidad. Pero también esperanzas para, paso a paso, construir un mundo mejor.

Es importante que las actividades que se realizan en nuestras montañas tengan un peso pedagógico que marque a niños y mayores. Que vivan experiencias positivas y que relacionen la fuerza de nuestros ecosistemas de montaña con recuerdos que con el paso de los años marquen lo máximo posible las circunstancias de sus vidas. Vidas que mayormente transcurren en ciudades donde no se posee la libertad que nos otorga el Pirineo.

En Aragón, más de 27.000 menores acuden a campamentos o colonias a lo largo del verano. El año pasado se programaron hasta 446 actividades de este estilo: 317 en Huesca, 68 en Zaragoza y 61 en Teruel. Además, todas ellas incluyen pernoctaciones fuera del hogar, en tiendas de campaña o refugios libres o guardados. El Pirineo es un marco incomparable para educar a través de la montaña, el tiempo libre y la naturaleza.

Los educadores, coordinadores, directores y monitores nos encargamos de la organización y promoción de las actividades de Tiempo Libre. Durante el proceso hay que valorar la experiencia. Pero sobre todo, formar un equipo fuerte y equilibrado en el que la máxima y el final sean los niños y las experiencia que vivan.

Un repaso a los años vividos me hace reflexionar y ver con distancia los roles y las energías de un Pirineo cargado de emociones y experiencias que personalmente han marcado mi forma de ver la educación en el tiempo libre. Y buena parte de esta visión de las cosas las han marcados entidades como la Universidad de Zaragoza o la empresa Sargantana de Canfranc. Personificadas éstas en diferentes actores que desde hace más de 30 años trabajaron y siguen haciéndolo desde una perspectiva que aúna naturaleza y montaña. Además de un trabajo que implica a los más pequeños para intentar que seamos mejores personas.

Es por ello que me gusta mirar alrededor, ver el trabajo realizado y todo lo que sucede en estos escenarios. Momentos en los que muchas veces he sido el protagonista desde mi pequeño proyecto de montañismo interpretativo llamado Ojos Pirenaicos.

Asi cumplo 15 años trabajando y disfrutando de las actividades al aire libre. Educando desde una perspectiva lúdica. Desde la aventura y el simple disfrute de la naturaleza. Para lo que es necesario el contacto y la vivencia de la montaña siempre desde los ojos y perspectiva de cualquier niño que pueda visitarnos.

Un campamento debe ser armonía, trabajo en equipo y un espacio donde mayores y pequeños remen en una misma dirección. Apostamos así por un espacio nuevo para educar en valores y sembrar una semilla que ayude a convivir en un mundo mejor.