La trágica conquista de las Agujas de Ansabère

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la conquista de las agujas de ansabère

A principios del s.XX los pioneros de la escalada fueron, poco a poco, tachando de forma sistemática la ascensión a las grandes cimas de la cordillera. La lista de las escaladas imposibles se iba reduciendo. Pero en ella, todavía destacaban dos imponentes objetivos: el Capéran de Sesques y las Agujas de Ansabère.

Verticales y aisladas, ambas representaban el mayor reto del momento en el Pirineo Occidental. En 1922 y tras varios intentos sin éxito, un joven escalador del Valle del Aspe, Pierre Bordieu, coronó en solitario el imponente Capéran de Sesques. Un hito incontestable si tenemos en cuenta el equipamiento de la época y que Bordieu acostumbraba a escalar descalzo. 

Las Agujas de Ansabère, desde aquel momento, centraron las expectativas de los grandes escaladores del momento. En un lugar aislado, donde confluían los antiguos reinos de Aragón y Bearn, descansaban imposibles estos monolitos. La Aguja Norte de Ansabère, también llamada Gran Aguja o Grande Demoiselle, está separada del Petrachema por una profunda grieta y es la mayor de ellas. 

la conquista de las agujas de ansabère
Photoman

La fama de las agujas llegó hasta los oídos de un grupo de jóvenes escaladores de Pau, conocidos como Kroquant Club. Entre ellos, se encontraban Lucien Carrive de 31 años, uno de los más experimentados y atrevidos del equipo, y Armand Calame, un joven animoso de 19 años. Ambos se decidieron a ser los primeros en coronar la Aguja Norte. 

El 24 de junio de 1923, ambos escaladores, acompañados por un grupo de amigos, se dirigieron a las agujas. Pronto alcanzaron los pies de la Aguja Norte y comenzaron a escalar, mientras sus compañeros les observaban atentos desde la cima del Petrachema. Los primeros metros los superaron sin problema y llegaron a una plataforma a media altura de la pared. Desde aquí se dibuja a la izquierda una difícil fisura (todavía hoy calificada como Extremadamente Difícil). 

Calame la atacó primero, logró superarla y continuó hasta instalar la siguiente reunión, donde ya perdió de vista a su compañero. Luego, Carrive trató de seguir sus pasos pero en el momento más inadecuado la cuerda de cáñamo se rompió y se precipitó al vacío ante la mirada de su grupo de amigos que los observaban. Calame decidió que lo mejor era seguir adelante y consiguió coronar la hasta entonces inalcanzable Aguja Norte de Ansabère. 

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El joven escalador inició pronto el descenso y con un rapel logró llegar al punto donde se había caído Carrive. Pero el drama se repitió y Calame también cayó al vacío. Los amigos y espectadores descendieron a los pies de las Agujas y allí encontraron el cuerpo de los dos escaladores. 

Durante cuatro años, nadie volvió a coronar la trágica aguja y ésta se convirtió en una de las escaladas más famosos y difíciles del Pirineo. Finalmente, en 1927, Marcel Cames y Henry Sarthou, también miembros del Kroquant Club, vencieron las Agujas por segunda vez. 

 

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