La conquista del Aneto

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Las grandes montañas han protagonizado innumerables páginas en los libros de historia. Arriesgadas ascensiones y aventuras. Valientes que arriesgaron y perdieron la vida. Apertura de nuevas vías y días de fama. Con sus 3.404 m, el Aneto, cumbre reina del Pirineo, no podía ser menos. 

Cuando alcanzar las mayores cimas pirenaicas se convirtió en una obsesión para algunos exploradores, el Aneto pasó desapercibido. Desde la entrada natural del valle y a simple vista, parece inferior que sus cumbres vecinas más occidentales. Además, la cima y sus laderas se encuentran totalmente en Aragón, lo que le llevó a un segundo plano a los ojos de los primeros pirineistas franceses. Hasta entonces, Monte Perdido, era considerado la cumbre más alta del Pirineo. 

Sin embargo, en 1817 se alcanzó la cumbre de la Maladeta y se comprobó que otras cimas se alzaban más altas. Luego, los cálculos matemáticos de Henri Reboul confirmaron que el Aneto era el techo del Pirineo. Comienza entonces, una larga batalla por su conquista. 

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La conquista del Aneto

Con la fama otorgada, fueron muchos los que trataron de coronar el Aneto. El gran glaciar que rodeaba la cima se convirtió en la principal dificultad. Además, había gentes de los valles cercanos, especialmente en Luchón, que la consideraban una cima maldita.

En 1820 tuvo lugar el primer intento de ascensión pero no tuvo éxito. Después se sucederían más intentos, pero con la misma suerte. En una de ellos falleció Luchon Barrau, considerado uno de los máximos conocedores de la zona. Así, año tras año, el Aneto se volvía una montaña imposible.

conquista del Aneto
Imagen del Centre Excursionista de Catalunya

Primera ascensión al Aneto
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Imagen del Centre Excursionista de Catalunya

El 20 de julio de 1842, finalmente, la cumbre del Aneto y el techo del Pirineo fue pisado por primera vez. El militar ruso Platon de Tchihatcheff lideró la expedición junto al botánico normando Albert de Franqueville. A su lado, cuatro guías occitanos.

La ascensión duró tres días y atravesaron el puerto de Benasque. Después pasaron por la Renclusa y superaron la brecha del Alba. Rodearon la montaña tratando de evitar las grandes grietas heladas y alcanzaron el collado de Coronas. Finalmente, superaron el puente de Mahoma y tocaron el techo del Pirineo. 68 años después de la primera ascensión a un 3.000 pirenaico.

Desde ese momento y hasta hoy, su nombre ha quedado grabado en la historia del Pirineo.

Tan solo cuatro días más Tchihatcheff hizo cima de nuevo. Esta vez atravesó el glaciar septentrional e inauguró la ruta más popular. Desde entonces muchos han seguido sus pasos. 

 

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